Por medio del presente texto
queremos comunicar nuestras convicciones doctrinales fundamentales, o sea,
aquello que consideramos la base de nuestra fe cristiana.
Esta declaración de convicciones
doctrinales fue escrita, leída, analizada, considerada y debatida por un grupo
de creyentes cristianos con años de experiencia en el estudio bíblico y el
servicio a Dios, los cuales están unidos en lo que llamamos “red de iglesias
autónomas” o “unión de iglesias autónomas” y representa aquello que todos hemos
acordado como la base o fundamento de nuestra fe.
Siendo hombres y mujeres amantes
y buscadores de la Verdad de Dios, presentamos esta declaración, no como un
texto rígido que deba ser impuesto como norma a seguir, sino como una base
doctrinal que puede ser revisada, ampliada o corregida, en el caso de que
recibamos un mejor entendimiento sobre el mensaje doctrinal de las Escrituras.
Como consideramos que todos los
seres humanos son falibles y nosotros no somos la excepción, esta declaración
no pretende tener la absoluta verdad en los asuntos espirituales; por lo tanto
queremos desalentar la observancia obtusa de esta declaración, como si se
tratara de un reglamento o dogma que pueda reemplazar a la necesaria comunión
con Dios Padre y con el Señor Jesucristo. En el mismo sentido, esta declaración
nunca deberá ser elevada a un sitial de mayor autoridad que la Sagrada
Escritura, pues sólo las Escrituras inspiradas por Dios contienen la única,
genuina e infalible norma de fe y
práctica para todos los hijos de Dios.
Tampoco deseamos que lo escrito
aquí se utilice para colocar límites a la conciencia y libre albedrío de ningún
individuo, grupo u organización que adhiera a ésta, ni mucho menos limitar la
colaboración de los miembros del Cuerpo de Cristo. En otras palabras, adherir a
esta declaración no implica tener que dejar de colaborar con personas de otras
denominaciones o religiones
Esta declaración, sencillamente
conforma un acuerdo doctrinal básico que nos permite servir a Dios unidos no
sólo con un propósito en común (llevar la salvación a las personas), sino
también con un entendimiento doctrinal común.
Por lo tanto, invitamos a quienes
tomen contacto con este documento a escudriñar honesta y diligentemente todos
los argumentos aquí presentados, frente a lo que Dios ha dicho en Su santa y
perpetua Palabra y a que nos hagan saber sobre sus inquietudes, dudas, críticas
o comentarios.
Las Sagradas Escrituras como base para nuestra
creencia y práctica
- ·
Dios, antiguamente ha inspirado a hombres fieles para que pongan por
escrito lo que Él deseaba comunicar a la humanidad. A estos escritos nos
referimos generalmente como: “la Biblia”, “las Sagradas Escrituras”, “las
Santas Escrituras”, o simplemente: “las Escrituras”[1] y por esto decimos que Dios es el “Autor”
de la Biblia.
- · Los escritos
originales de la Biblia, por haber sido inspirados por Dios, carecían de errores
y/o contradicciones (2 Ti. 3:16-17; 2 Pe. 1:20-21)[2]
- · Las Escrituras contienen la
voluntad de Dios en cuanto a lo que debemos creer y practicar y sólo éstas
pueden tomarse como fuente de Verdad (Jn. 17:17). Por lo
tanto, su mensaje está por encima de cualquier tradición eclesiástica, opinión
humana, o supuestas “nuevas revelaciones” del Espíritu (Gá.1:6-9; Mt. 15:1-7).[3]
- ·
El provecho REAL de las Escrituras (que es el acceso al poder
salvador de Dios) no surge con solo leer y
aplicar sus enseñanzas de forma aislada, como si
fueran simples mandamientos (aunque esto, ciertamente, produce algún provecho), sino que se produce en la
comprensión y aceptación de su mensaje central (Mt. 23:23; Ro. 10:16-17;
Hch. 8:26-35).
- ·
Las Sagradas Escrituras, en su totalidad, están hilvanadas
por un único y fundamental mensaje que Dios quiere comunicar. A este mensaje la Biblia
lo llama: “EL EVANGELIO[4] (la buena noticia) DEL
REINO DE DIOS”. Este evangelio es
uno solo (Gá. 1:6-9)[5] y es predicado explícita o implícitamente a lo
largo de toda la Biblia, y fue el centro de la prédica de todos los antiguos
patriarcas y profetas, como también de Jesús y de los apóstoles fundadores de
la Iglesia (He.1:1-2; He.4:1-2; Mt. 4:23; Mr. 1:14-15; Lc. 4:43-44; 9:1-2; 10:1, 9).
- ·
En breve y en esencia, el evangelio se
refiere a todo lo que Dios (soberano y benévolo Rey eterno del Universo), por Su especial y
entrañable amor, ha hecho, hace, y hará por medio de Cristo para la salvación y
santificación plena de los seres humanos, de manera que, por Su gracia y misericordia, todos
aquellos que en Él creen reciban perdón de pecados, salvación, y vida perpetua
como herederos de Su reino, dando cumplimiento a Su propósito de que el hombre lo
glorifique, teniendo una perpetua relación de amor con Él.
- ·
El evangelio también revela Su plan para (bajo el legítimo reinado de
Cristo) derrotar definitivamente al Diablo en todas sus inicuas obras e
intenciones y destruir todo lo malo (Ap. 19:20; 20:10-15; 1 Co. 15:25-26), y al final de los tiempos ejercer Su gobierno plenamente, para
siempre, de modo que Su perfecta voluntad sea perpetuamente “así en la tierra como en el cielo” (Lc.
11:2; 1 Co. 15:28; Ap. 22:3-5). De este
modo, el Evangelio cumple con el propósito primario de poner en evidencia el amor
de Dios.
- ·
El Evangelio del reino de Dios es el mensaje a creer tanto para justificación y salvación, como así
también para crecer en pos de la transformación interior o santificación (Ro. 1:16-17).
- ·
El correcto entendimiento y aceptación del Evangelio
de Dios produce fe para salvación[6] (Ro. 1:17; 10:17); es la llave de acceso al Poder de Dios (Ro. 1:16-17) y es el fundamento de
una iglesia unida (Ef. 4:13-16).
- ·
El evangelio del Reino
de Dios es el PRINCIPIO DOCTRINAL
CONTINUO a considerar, creer y predicar (Ro. 1:15-17). Cada enseñanza de las Escrituras proceden
del Evangelio y, a su vez, cada enseñanza de las Escrituras nos da a entender
algo del Evangelio. Por lo tanto, creemos que no es posible comenzar a
comprender adecuadamente las Escrituras si no se ha comenzado a conocer y
comprender el Evangelio del Reino de
Dios, el cual es su mensaje central.
El Evangelio del Reino de Dios
Principios fundamentales de nuestra creencia y
práctica
DIOS:
- ·
Hay un solo Dios[7] verdadero (Jer. 10:10; Jn. 17:3; 1
Ts. 1:9).
- · Es uno e
indivisible (Dt. 6:4; 1 Co. 8:4; Ef. 4:5-6; 1 Co. 12:4-6).[8]
- · Es Espíritu y no carne (Jn.4:24; Lc.24:39).[9]
- · Es el Creador del Universo, la Tierra,
los seres vivos y de todo lo que existe (Gn. 1; Ap. 4:11; Ro. 1:20; 2 Pe. 3:5).
- · Todo lo que creó, lo creó perfecto, en gran manera
bueno, y funcionando con total perfección (Gn. 1:31; Dt. 32:4; Is. 43:7; 45:18).
- · Su reino abarca
toda Su creación y Él es dueño de lo que ha creado (Éx. 19:5; Lv. 25:23).
Su existencia y Su reinado (gobierno) son eternos (1 Cr. 29:11; Sal. 45:6;
Is. 40:28; Jud. 1:24-25; 1Ti. 1:17; Ex. 15:18; Sal. 145:13; 1 Co. 10:28).[10]
- · Es perfecto amor y todos Sus actos son en amor y justicia (1 Jn.
4:7-10).[11]
EL ADVERSARIO DE DIOS:
- · Dios creó seres
espirituales con distintas funciones (ángeles y querubines), estos
fueron dotados con libre albedrío, siendo capaces de elegir
si obedecer a Dios o no (Gn. 3:24; 19:1; Sal. 18:10; 91:11; Ez. 10; 28:14; 2 Pe. 2:4,11).
- · Existen seres
espirituales que han desobedecido a Dios y están actuando en oposición a Dios. El principal de
estos seres es llamado en la Biblia: “Satanás” (que significa
“Adversario”, “Diablo” (que significa
“calumniador” o “difamador”), “Serpiente” (por su astucia para engañar y matar)
y “Dragón” (por su fiereza destructiva), entre otros nombres[12].
Este ser espiritual no fue creado para hacer el mal, sino que fue creado para
el bien, pero tomó la decisión de oponerse a Dios, junto con otros ángeles que
también desobedecieron (Ez. 28:14-19; Is. 14:12-14; 2 Pe. 2:4; Ap. 12:7-9).
EL SER HUMANO:
- El ser humano fue creado con el especial propósito de
relacionarse con Dios, por esto Dios lo creó a “Su imagen y semejanza” (Gn. 1:26-27; Ro. 8:39; 2 Co. 13:11; 1 Jn. 3:1;
4:7-16; Ap. 22:3-4).
- La “imagen y semejanza” de
Dios en el ser humano (Gn. 1:26) se refiere a que el ser humano fue originalmente
participado de la naturaleza de Dios, Quien es Espíritu (Jn. 4:24). Por medio de este vínculo espiritual, Dios les impartía
al alma, la mente y el cuerpo del hombre Sus virtudes santas, y la capacidad de
vivir perpetuamente. Esta “imagen y semejanza” tenía el propósito de que el hombre pudiera tener
una relación espiritual, racional y amorosa con Dios, dando así al ser humano un lugar de especial importancia por encima de
toda la creación (Gn.
1:26-27; Sal. 8:3-6; He. 2:6-8; Gn. 9:2).
- · El ser humano
también fue dotado con libre albedrío (la capacidad y libertad
para tomar decisiones, aun cuando éstas sean contrarias a la voluntad de Dios).
Con esta capacidad, el ser humano podía (y aún puede) decidir si obedecer
o no a Dios y de esto dependía (y aún depende) su vida espiritual y su
capacidad para relacionarse con Dios (Gn. 2:15-17; Dt. 30:19-20; Jos. 24:15-22; Sal.
119:173; Ez. 28:16-18)[13].
PECADO[14], MALDAD, ENFERMEDAD Y MUERTE:
- ·
Al ser engañados por la Serpiente (Satanás), los primeros seres
humanos (Adán y Eva) tomaron la decisión
de desobedecer a Dios (Gn. 3:6). En lugar de
buscar la gloria de Dios (Is. 43:7), buscaron su propia
gloria (Gn.
3:6; Ro. 1:21-23; 1 Pe. 1:24). Por esta causa, ellos perdieron la capacidad
de estar en perfecta comunión con Dios (muerte espiritual). En su
desobediencia, ellos transfirieron la autoridad y gobierno que Dios les dio
sobre la Tierra al Adversario y permitieron que él
(Satanás) ejerciera poder e influencia sobre la tierra y los seres creados en
ella y, consecuentemente, el pecado, la maldad y la muerte entraron en el mundo (Gn. 3:1-19; 2 Co. 4:4;
Lc. 4:6; Ro. 5:12; Ez. 18:4; Stg. 1:13-15). A este evento el cristianismo
comúnmente lo llama “la caída de Adán” o “la caída del hombre”.
- ·
Esta condición de pecado y muerte, tanto espiritual como física y todos los males que de ella se derivan,
entraron en la raza humana como consecuencia directa de la desobediencia de
Adán y Eva y colocó
a toda la humanidad bajo juicio y pena de muerte (Ro 3:9,19). Debido a esto, todos los seres humanos nacen en condición de pecado y sujetos a
muerte (Ro
5:12; Ef.2:1-3) y nacen en un
mundo sobre el cual el Diablo está ejerciendo fuerte influencia (2 Co. 4:4; 1 Pe. 5:8; 2 Co. 11:14-15; 2 Ti. 2:24-26).
- · Ningún mal procede
de Dios, Quien es bueno y perfecto en todos Sus atributos (Stg. 1:16-17).
- · La Escritura enseña que
Dios es Dios de vida, amor y justicia y que el pecado, la maldad, la enfermedad y la muerte (y toda clase de
mal) son consecuencias de la acción voluntaria de los seres libres (tanto humanos como espirituales) en contra de la
voluntad de Dios y, por lo tanto, no es el deseo de Dios que estas cosas existan en Su
reino (Gn. 1; Ez. 18:32; Jn.
10:10; He. 2:14-15; Ro. 5:12-18).
EL PLAN DE DIOS:
- · Dios, inmediatamente después
de que Adán y Eva desobedecieran, puso en marcha un
plan de restauración para Su creación, cuyo centro es la salvación[15]
del ser humano. La concreción de este plan dependería de un hombre
(Gn. 3:15).
- · Este plan de Dios incluye la restauración de la
condición espiritual del ser humano, recuperando un completo vínculo con Dios; el restablecimiento pleno y perpetuo del gobierno de Dios en todo Su reino;
la restauración de la Tierra y los cielos, la eliminación del Adversario y de sus huestes (espirituales y
humanas); y la destrucción de la muerte, la enfermedad y toda
clase de males (Ro. 8:18-23; 1 Co.
15:47-56; Is. 25:8; He. 2:14; 2 P. 3:13; Ap. 19:20; 20:10; 21:1-5).
- · El plan fue
concebido sobre bases justas, es por eso que si el pecado y la muerte entraron
al mundo por la desobediencia de un solo hombre, era justo que la restauración
fuera obtenida por la obediencia de un solo hombre (Ro. 5:17-19; 1 Co.
15:21-22). Para lograr la salvación del ser humano y la restauración de Su
creación de un modo justo, Dios necesitaba de un ser humano, creado en las
mismas condiciones que Adán (dotado con espíritu y autoridad), pero que (a
inversa de Adán) por su libre albedrío se mantuviera en amorosa y obediente
sujeción a Dios ; y que, cargando con el juicio y el castigo que pesaba sobre toda
la humanidad, diera Su vida en pago por el pecado de todos los hombres (Ro. 5:17-19; 8:32; 1 Co. 15:21-22; 1 Co. 6:20;
7:23; Ef. 1:7; Ap. 1:5). Este hombre es llamado “el Mesías” o “el Cristo”[16](Jn.
1:41; 4:5) él es el “Salvador”
provisto por Dios (Is. 62:11; Lc. 1:69; 2:11; Jn. 4:42; Hch. 5:31;
13:23).
- · El Mesías no sólo daría salvación a la humanidad sino que también sería
dotado con autoridad de reinar en nombre de Dios, en completa sujeción a Él,
hasta derrotar las fuerzas del mal y dar lugar al restablecimiento pleno y
perpetuo de la voluntad de Dios en todo Su reino (Je. 23:5; Is. 11:1-9;
42:1-4; Mi. 4:3; Sal. 110:1; He. 1:13; 10:13).
- · A lo largo de la historia,
por medio de hombres fieles, Dios fue ratificando Su promesa de salvación y
dando nuevos detalles de cómo llegaría ésta. (Gn. 17:5-9, 21; 28:13-16; Éx. 6:6-8). Mientras llegaba el tiempo del Mesías, Dios hizo un pacto con Su
pueblo. Aquel
antiguo pacto tuvo una ley la cual fue revelada a través de Moisés. Por medio de la ley y sus rituales los seres
humanos podrían conocer la voluntad de Dios y conocer y recordar su necesidad
de un Salvador (Gn. 17:12-14; Éx. 12; 13:8-10; 20:1-17; 24:12; cap. 25 y sig.; Lv. -libro
completo-; Dt. 4; 5:6-22; Gá. 3:24).
- · Las leyes y mandamientos de Dios son santos, justos
y buenos (Ro.
7:12), y tienen como objetivo hacer
conocer el amor de Dios para que el ser humano lo imite (1 Jn.
4:7-8, 16; 5:3; Ro. 13:9-10; Gá. 5:14; Lv. 19:18; Mt. 5:43-48; 22:36-40; Stg.
2:10-11), sin embargo nunca tuvieron el propósito
de que los seres humanos se salven por su cumplimiento, sino por el contrario, sirven para demostrarles que nadie puede cumplirlos
perfectamente (externa y moralmente) como para llegar a
merecer, por las propias obras, la justificación y la vida espiritual perdida (Ro. 3:19-20; 5:20; 7:14;
Gá. 3:10, 19-22). Sólo por medio del Cristo era y es posible la salvación
humana (Jn. 3:16; Ro. 3:24).
- · Dios continuamente
sustenta Su creación con Su poder y amor y está continuamente involucrado en
guiar el curso de la historia en dirección a la plenitud de Su Reino donde “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor,
ni dolor” (Ap. 21:1-5; Sal. 145:8-9; Mt. 5:45; Is 65:1; Ro.
8:19-23; Nm. 23:19; He. 11:3).
JESÚS:
- · Jesús[17]
es el nombre del Mesías o el Cristo provisto por Dios para salvar a la
humanidad, deshacer la obra del Adversario y restaurar a la creación de las
consecuencias del pecado (Mt. 1:16, 21; Lc.
1:31-33; Jn. 3:16-17; 1 Jn. 3:8).
- · Fue concebido en el
vientre de una mujer, María, por obra de Dios (Lc.1:26-38)[18].
- · Es el “cordero de
Dios”[19], designado por Dios
para ser sacrificado y así quitar el pecado del mundo (Jn. 1:29, 36; Is. 53:4-6;
He. 9:11-14) y es el “Hijo unigénito de Dios”, enviado por Dios, por amor a la humanidad, por medio de quien
una persona que cree recibe salvación y es rescatada del poder de Diablo (Jn. 3:16-17; 1 Jn. 4:9;
He. 2:14; Col. 1:12-14; Hch. 10:38).
- · Su condición humana tuvo que ser tan plena como lo fue la de
Adán en su origen (1 Jn. 4:2,3; 1 Ti. 2:5). Pues si por la
desobediencia de uno (Adán) entró el pecado y la muerte, sólo por la obediencia
de uno similar al primero (Jesucristo) podían entrar la justificación, la
salvación y la vida (1Co.15:21-22; Ro.5:17-19). De
este modo, la victoria sobre Satanás es justa.
- · Al igual que Adán, fue un ser humano de carne (1 Jn. 4:2,3; 1 Ti. 2:5), nacido sin la condición interna que impulsa al pecado (como la que tenemos todos los seres humanos)[20] pero con la misma capacidad
y libertad que el resto de los seres humanos de decidir obedecer o no a Dios (Ro. 5:19; Mt. 26:39, 53).
Él aprendió acerca
de Dios (Mt.
4:4) y fue tentado en
todo aspecto, conforme son tentados los seres humanos, sin embargo él siempre
hizo la voluntad de Dios, dando testimonio de Dios y viviendo perfectamente y
sin pecado (Jn. 5:30; He. 4:15)[21].
- · Durante su vida en la
Tierra, dio a conocer plenamente al Padre (Jn. 1:18), manifestando el amor de Dios con
sus palabras y hechos (Jn. 5:19-20)[22]. El mensaje central
y continuo que transmitió durante su ministerio fue el evangelio (buena
noticia) del reino de Dios (Lc. 4:43; Mr. 1:14-15; 4:26; 4:30; 10:14-25; Mt.
6:33; 12:28; etc.), siendo él mismo el Rey designado por Dios de ese
reino que predicaba (Mt. 2:2; 27:29; Lc. 19:38-40; Jn. 1:49; 18:33-37; Ap. 17:14). Pero
aunque fue el Rey Ungido por Dios, en aquel entonces él no usó esa autoridad
para gobernar
y juzgar y eliminar definitivamente el mal, (cosas que el rey prometido por
Dios deberá hacer) sino para librar y salvar a los oprimidos por el Diablo. (Fil. 2:5-8).
- ·
Fue injustamente torturado y murió como sustituto
por los pecados de la humanidad. (Is.
53:4-6; Mt. 27; Mr. 15; Lc. 23; Jn. 19)
- · Estuvo tres días y tres
noches muerto. Al tercer día Dios lo levantó
corporalmente de entre los muertos para no morir nunca más (Lc. 24:6-7; Rm. 6:9; Hch.
2:21-32). En su resurrección se selló la victoria del plan de
Dios (Ro.
1:4; 6:5 1Co. 15:12-22; 1P. 1:3; 3:21).
- ·
40 días después de su resurrección, fue ascendido por
Dios a los cielos, a la diestra[23] de Dios (Hch. 2:33-34; 5:31;
7:55-56; Ro. 8:34; Ef. 1:20; Col. 1:18; 3:1; 1 Pe. 3:22; Lc. 20:42; 22:69).
- ·
Según la promesa de Dios, él volverá a la tierra para reinar sobre las naciones (Is. 9:6-7; Jer. 23:5-6;
Lc. 1:32-33; Ap. 11:15).
- ·
Jesús es el “primogénito de entre los muertos” (Col 1:18), esto
significa que es el primero en resucitar en una nueva clase de vida.
EL SEÑORÍO DE JESÚS:
- · Luego de ser resucitado
con cuerpo espiritual, y ser ascendido a los cielos, Dios hizo a Jesús
Señor por sobre toda la creación, dándole toda autoridad y poder sobre los
cielos y la Tierra, y un nombre que es sobre todo nombre, siendo él el segundo
en autoridad después de Dios (Hch. 2:36; Ef. 1:20-21; Fil. 2:9; Col. 2:9-10).
- · Jesús también fue
puesto como “cabeza” de un Cuerpo[24] espiritual formado por
la Iglesia[25] de Dios (Ef. 1:22-23; 5:23; Col.
1:18). Como tal, él está cuidando, nutriendo y dando poder
a cada miembro de su Cuerpo (Col. 2:19; Ef. 4:11-13, 16).
- · A pesar de ser Rey y Señor, él ahora no está
ejerciendo plenamente como juez y gobernador de las naciones, lo cual hará en
un futuro (Ap. 20:4-6). Durante el período
presente está utilizando su poder y autoridad para salvar a todo el que cree (Jn. 6:40), a través del testimonio y la predicación de la
Iglesia, que es Su Cuerpo (Mt. 28:18-20; Hch. 1:6-8; 2 Pe. 3:15; Ef. 4:11-12).
- · Por lo tanto, Jesús
es el Rey designado por Dios, y reinará hasta el momento en el futuro en que
todos los enemigos de Dios sean destruidos y él entregue el reino a Dios (1 Co. 15:24-25).
- · Jesús es el único hombre designado como Señor, es el único mediador entre Dios y los seres humanos, y es el único mediante quien se puede obtener salvación (Ef. 4:5; 1 Ti. 2:5; Hch. 4:12).
- Debido a que
ninguna persona es capaz de cumplir los requisitos legales de Dios para obtener
la salvación (Ro. 3:19-20), el único medio por el cual se puede obtener el
acceso a Dios, ser hecho hijo de Dios y obtener la vida perpetua en el reino de
Dios es la fe (Ro. 3:22; Gá. 2:16; 3:26; Ef. 2:8; 3:12, 17).
- · Todo el que cree en
Jesús como Señor es perdonado de sus pecados y es tratado como justo por Dios (justificación) (Ro. 5:1-2), a causa de
esto, entre otras cosas: es perpetuamente
reconciliado con Dios en el vínculo del espíritu (2
Co. 5:19); es salvado de la muerte y de la ira de Dios[29] (Ro. 10:9-10, 13; Ro.
6:23; Ro. 5:9; 1 Ts. 5:9); es hecho “hijo de
Dios”[30] (Jn. 1:12; Ro. 8:14-16;
Gá. 3:26; 4:6; 1 Jn. 3:1-2); pasa a ser una
“nueva creación” (2 Co. 5:17; Gá. 6:15); recibe la vida de
la era futura[31] (Ro. 5:20-21; 6:22-23; 1
Ti. 1:16); queda fuera de toda acusación y condena (Ro. 8:33-34); y jamás será
separado del amor de Dios a causa de su perpetua unión con Cristo (Ro. 8:35, 39).
- · Al tratarlo como
justo, Dios hace que el creyente, por su fe, sea espiritualmente “uno” con
Jesucristo (Jn. 17:20-23; Gá. 3:28; 1 Co. 12:12; 2 Co. 5:14; Ef.
2:15-16), Dios lo considera muerto, resucitado y ascendido con él (Ro.
6:4-11; Ef. 2:4-6; Col 2:12-14). Por la muerte
sustituta de Cristo, el que ha creído en él como Señor recibirá la misma clase
de vida que él, siendo coheredero de Jesús en el reino futuro (Ro. 8:17; Ef. 3:6)[32].
- ·
La única fe que permite a una
persona obtener la justificación y salvación de Dios consiste en escuchar y
aceptar de corazón el anuncio que el Evangelio nos
brinda acerca de lo que Dios hizo por
medio de Cristo para rescatarnos del pecado y la
muerte y salvarnos para vida y gloria. Creemos que este es el contexto en el que debe ser entendida la maravillosa conclusión presentada por el apóstol Pablo en Romanos 10:9 en cuanto al único camino para recibir Salvación "que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo". (Ro. 10:9-17).
- ·
La
justificación y salvación no requiere condición ni capacidad en una persona,
más que su decisión de reconocer su estado de muerte y perdición a causa del
pecado y aceptar el santo amor y la gracia de Dios en Cristo (manifestado
en su muerte expiatoria, resurrección y señorío) para otorgar (por medio de la
fe) el perdón gratuito de todo pecado
(1Tim.1:13-16).
- · La justificación y
salvación es gratuita para el que
cree (Ro.
3:24; 1 Co. 2:12; Ef. 1:5-6), es un regalo (o
don) de Dios que se
recibe por fe (Ef. 2:8) y de ningún modo se puede obtener por obras humanas (Ro. 3:19-28; 8:1-3; He.
9:9-11).
- · La justificación y
salvación, una vez obtenidas, no pueden “perderse” ni “devolverse”. Nada de lo
que haga una persona, luego de ser salva, le hará perder la posibilidad de
vivir perpetuamente en la era futura. No se puede dejar de ser “hijo de Dios” (Ro. 6:23; 11:29; 1 Jn.
3:1-2; 8:31-39)[33].
- · Es la voluntad de Dios que habiendo recibido por
fe, nos apartemos del pecado y andemos por fe. (Rm. 1:17; Ef 2:8-10;
Col. 1:10; Col. 2:6). A este andar por fe la Biblia llama “ocuparse de la
salvación” (Fil. 2:12)[34]. Esta fe también parte
del conocimiento del Hijo de Dios (Jesús), conforme enseña el Evangelio (Rm
10:17; Ef. 4:13; Ro. 1:16-17; Gá. 3:17-19)
- ·
Cuando la fe en Cristo está
activa en el corazón, genera un cambio de mentalidad (que al principio es básico) en cuanto a dejar el pecado, que conduce a la persona a
reconocer y rechazar el pecado y a acercarse a Dios, dándole gloria por Su gracia y amor, determinándose a ajustar su
modo de vida en semejanza a
Jesucristo. (Gá 5:6;
Fil. 3:9; Hch. 2:38; 3:19[35]; Hch. 4:12; Ro.
1:16-17; Is. 43:7; 1 Co. 10:31; Fil. 1:9-11; 2:9-11; 1 Pe. 1:21; Gá. 5:6; Fil.
3:9).
- ·
Todos los que creen en
Jesucristo conforme a lo que las Sagradas Escrituras testifican de él son “lavados”
de sus pecados (Hch. 2:38) y “sumergidos” en
un mismo Espíritu con Cristo (1 Co. 12:13), unidos a Él en una misma realidad espiritual (Ro. 6:1-4; Gá. 3:27) formando un solo Cuerpo
con él (Ro. 12:4-5; 1 Co. 12:12-27; Ef. 3:6; 5:23). Esto significa ser bautizados “en espíritu
santo” o “en el nombre de Jesucristo” [37]
- ·
El bautismo en espíritu santo es el único bautismo capaz de
remover el pecado y participarnos de la vida de Dios en Cristo. (Ro. 6:1-7; Gá. 3:27; 1 P. 3:18-21; Ef. 4:5).[38]
LA ESPERANZA:
- ·
En un tiempo determinado por Dios, que no está revelado en la Biblia (Mt. 24:36), Cristo aparecerá en
las nubes del cielo y llevará hasta allí a todos los que han creído en él como
Señor. En este evento los muertos en Cristo resucitarán con cuerpos
incorruptibles y los que estén vivos serán transformados con cuerpos inmortales
y todos serán reunidos con Cristo, en el cielo (1 Co. 15:47-54; 1 Ts.
4:14-17; Fil. 3:20-21).
- ·
Una vez que los creyentes estén reunidos en el
cielo, comenzará en la Tierra el período de “ira de Dios”, relatado en el libro
de Apocalipsis (Ap. 6:1-17; 15:1,7; 16:1; Is. 34:1-8), en el cual Dios
enviará el castigo sobre la maldad humana (Ro. 2:5-6; 12:19; Ef. 5:6). Los hijos de Dios
no estarán en la Tierra en el momento que esto suceda, sino que estarán a
salvo, en el cielo, con Cristo (Ro. 5:9; 1 Ts. 1:10; 4:16; 5:9).
- · Luego de esto, el
Diablo será apresado durante mil años (Ap. 20:2), en los que Cristo
reinará sobre la Tierra y los hijos de Dios serán reyes y sacerdotes de su
reino (He.
5:1-8; Ap. 1:6; 5:10; 11:15; 12:10). En su reinado,
Jesús hará justicia con la humanidad y habrá paz y abundancia para todos (Is. 9:6-7; 11:1-9).
- · Pasado este tiempo,
Jesús entregará su reino a Dios y llegará el fin de los tiempos, en el que Dios
hará nuevos cielos y nueva tierra (Ap. 21 y 22), todo mal será
destruido (Ap.
20:10-15) y Dios será “todo en todos” (1 Co. 15:24-28).
- · Resumiendo: El propósito de Dios en Su creación fue tener una
familia de seres humanos viviendo perpetuamente en la Tierra, en una relación
de profundo amor con Él y de unos con otros. Esto sucederá al
final de Su plan de salvación y constituye la esperanza del cristiano[39],
la cual es “nuestra firme y segura ancla del alma” (He. 6:17-19).
EL DON DE ESPÍRITU SANTO[40]:
- · Al aceptar a Jesús
como Señor, una persona recibe el don de espíritu santo (Hch. 2:38).
- ·
El don de espíritu
santo es la esencia y naturaleza de Dios impartiendo Sus características y atributos
a los creyentes por medio de Cristo. Es la mismísima naturaleza de Dios, que llena plenamente a
Cristo y que penetra en aquellos que por la fe son unidos a él en un Cuerpo
espiritual (Col 2:9).
- · Este don hace que
una persona sea partícipe de la naturaleza de Dios (2 P. 1:2-4) y que pueda acceder
al poder de Dios y manifestarlo en el mundo a fin de testificar sobre la
salvación de Dios en Cristo y edificar a otros creyentes cristianos (Hch. 1:8; 2:4; 4:31; 1 Co.
12:7-11; 1 Co. 14).
- · El espíritu santo
también es el sello y garantía de que el creyente es un hijo de Dios y de que
vivirá para siempre en el futuro reino de Dios (Ef. 1:13-14; 2 Co. 5:5).
- · Por medio del don
de espíritu santo, una persona tiene la acción continua de Dios y de Cristo en
su interior, generando en ella el deseo de hacer la voluntad de Dios y dándole la
capacidad potencial para llevarla a cabo (Fil. 2:13; Gá. 5:16-18; Ro. 6:17-22).
- · El espíritu santo no se
recibe como un don individual sino que existe sólo un
espíritu que une a todos los cristianos en un solo “Cuerpo” espiritual cuya
cabeza es Cristo (Ef. 2:18; 4:4; 1 Co. 6:17; 1 Co. 12:13).
- · Los poderes y capacidades dados por Dios a través del don de
espíritu santo son dados principalmente para que los creyentes puedan crecer en
la comunión con Dios, con Jesucristo y con el resto de los santos; cumplir con
su función dentro del Cuerpo, que es la Iglesia; y dar testimonio de la obra de
Dios en Cristo para salvación de otras personas (Ef.4:7-16; 1Co.12; 1Co.14;
Hch 1:8)
- · Por medio de este
don, un cristiano también recibe la capacidad de producir “fruto espiritual”
para gloria de Dios (Gá. 5:22-23; Jn. 15:8; Ro. 7:4; Fil. 1:11).
TRANSFORMACIÓN Y SANTIFICACIÓN:
- ·
Luego de hacer a Jesús su
Señor, una persona pasa a ser un “hijo de Dios”, si bien esta condición es
inalterable y perpetua (será hijo de Dios para siempre), esto no debería
utilizarse como una “licencia” para el pecado, porque la voluntad de Dios es que se busque la santidad[41] (Ro. 6:9, 22; 1 Ts.
4:3-7; 2 Pe. 1:3-8; He. 10:19-27), desarrollando una vida de obediencia de fe a Dios, de modo que
produzca fruto espiritual y glorifique a Dios con Su vida, llevando también a
otras personas hacia la salvación
(Ro. 6:1-23; 12:1-2; 1 Ti. 2:3-4; Gá. 5:22-26).
- · La santificación o
transformación no es producto de una disciplina humana que pueda llevar a una
mejora de pensamientos o acciones, sino una obra interna de Dios en el creyente
cuando éste decide ofrecer su vida a Dios e ir despojándose de las acciones y
pensamientos propios de esta era corrompida (Ro. 12:1-2; Gá. 1:4; 2 Co. 4:4; 6:14-17; Ef. 2:2;
4:17-20; Stg. 4:4; 1 P. 1:14; 2 P. 1:4; 1 Jn. 2:15-17; 5:19; Ap. 12:9) Este proceso es resumido en las palabras
del apóstol Pablo “ya no vivo yo, mas ahora vive Cristo en mi” (Gá. 2:20).
- ·
Dios llama a los
creyentes a ocuparse diligentemente en este aspecto de la salvación ya
recibida, guardando el corazón con el evangelio y creciendo en el nuevo
entendimiento en cuanto a nuestra
identificación espiritual con Cristo (Ro. 6:2-13; Fl.
3:8-10).
- ·
El poder transformador reside en la vida espiritual que Dios
puso en el creyente al salvarlo en Cristo y unirlo a él. Esta vida
espiritual de Dios en Cristo en el creyente tiene el poder potencial de
transformar la vida a semejanza de Cristo y lograr que los creyentes lleven
fruto espiritual (1 Co. 2:16; Fil.
2:12-13; Ro. 12:1-2; Gá. 5:22-23). Ese
poder potencial dado por Dios es activado cuando el creyente actúa por fe en
Dios (Gá. 3:2, 5), de modo que todo el
proceso de salvación (recepción y transformación) es por medio de la fe (Rm 1:17; Gá.
3:1-5).
- ·
La santificación no se
produce solamente por “hacer” las obras que la Biblia manda. La transformación y santificación surgen cuando, primeramente,
un creyente decide elegir dirigir los pensamientos a las realidades espirituales
que se desprenden de la salvación, aprendiendo a
recibir lo que Dios, en amor y por medio de Cristo (y por medio del don de
espíritu santo), produce en su interior, mientras desarrolla su esperanza en la
gloria venidera de Su reino (Stg.
2:14-26; Ro. 12:1-3; Fil. 2:5-8; 2 Pe. 1:3-8; He. 3:6; 6:18; 10:23; 1 Ts. 1:3).
Las “buenas obras” son consecuentes a la
transformación y no la base de ésta (Ef. 2:10; He. 10:24; Tit. 3:8). Obrar de manera correcta, pero con un corazón distante de la fe
en Dios no produce la santificación y transformación de Dios (Mt. 15:8-9; Gá. 3:1-5)[42].
- ·
También es necesario desarrollar constancia en la oración[43]
a Dios (Ro. 12:12; Ef. 6:18; Fil. 4:6-7; Col.
4:2-4; 1 Ti. 4:4-5; 1 P. 3:12), crecer en la obediencia basada en la fe y practicar la comunión
con los demás miembros del Cuerpo de Cristo (2Pe.1:3-11; Ef. 4:7-16; Ro. 12:4-8; 1 Co. 12:12-31).
- ·
La fe que nos une de manera activa con Cristo produce fruto
espiritual, el cual es indicativo de que la santificación o transformación
cristiana está sucediendo (Mt. 17:6-20;
Lc. 6:43-45; Gá. 5:22-23).[44]
- ·
A medida que el cristiano es transformado, irá creciendo en su
amor[45] para con Dios y para
con todos sus hermanos espirituales (Lc. 10:27; Jn. 13:35; 1 Jn.
3:16; 4:7-18; Ro. 12:9-10; 1 P. 1:22; 4:8; He. 10:24; 1 Ti. 1:5, 14; 2 Ti. 1:7;
1 Co. 16:14; Gá. 5:13), conforme al ejemplo que dejó por medio de Jesucristo
(Jn. 15:9; 17:26; Ro. 5:8; 2 Co. 8:9; Ef. 2:4; 5:2). Quien anda en el perfecto amor, cumple y completa todas las
leyes de Dios (Ro. 13:10; 1 Jn. 5:3; 2 Jn. 1:6; Mt. 22:36-40).
- ·
Dado que la fe que activa todos estos procesos que conducen a la
transformación o santificación proviene del evangelio (o “buena noticia”) del
reino de Dios, éste debe considerarse la fuente continua de conocimiento y
poder para el cristiano (Ro. 1:16-17; 10:17).
EL CUERPO DE CRISTO:
- ·
Todos los que han hecho a
Jesús su Señor fueron rescatados del pecado por una misma sangre (He. 9) y fueron bautizados en un mismo espíritu para formar
parte de un mismo Cuerpo (1 Co. 12:13) cuya cabeza es Cristo. En otras
palabras, todo hijo de Dios es una parte
funcional de una unidad espiritual vital dirigida por Jesucristo (Ro. 7:4; 12:5; 1 Co. 12:12, 27; Ef. 2:15; 3:6; Co. 1:24).
- ·
Por formar un Cuerpo en Cristo, cada hijo de Dios tiene una
función única y peculiar para servir a Dios y edificar a otros miembros del
Cuerpo (Ro. 12:3-8; 1 Co. 12:12-18).
- ·
El servicio de cada miembro tiene como objetivo lograr que todos
los hijos de Dios lleguen a una unidad en la fe y el conocimiento acerca de
Jesús (Ef. 4:10-13).
- ·
Como miembros de un mismo
Cuerpo, los
creyentes cristianos deberían amarse unos a otros (1 P. 1:22-23 Jn. 13:34;
15:12, 13; 1 Jn. 2:10; 3:23; 4:21) y desarrollar una relación de interdependencia, en donde todos
se ayudan y edifican mutuamente (Ro. 12:4-10; Ef. 4:11-16). Ningún miembro debería ser
considerado innecesario por los otros miembros, se debería cuidar especialmente
a los más débiles (1 Co. 12:18-26; Ef. 5:29).
- ·
La plenitud y madurez espiritual de una persona no se produce en
un andar individual con Dios, sino en la comunión y la estrecha relación con
otros hijos de Dios (Ef. 4:8-16; Col. 2:19; 3:15-17; 1 Co. 12:26).
- ·
El Cuerpo es lo que da plenitud a Dios mismo (Ef. 1:22-23). Por
esto creemos que uno de los principales puntos de ataque del Adversario, el
Diablo, es el Cuerpo de Cristo (Fil. 3:2; Ro. 16:17-18; Tit. 3:10; Jud.
1:17-19; 2 Co. 11:14-15; 1 Jn. 3:10).
- ·
Jesús fue el fiel
representante de Dios mientras vivió en la Tierra, siendo perfectamente
obediente al Padre (Jn. 5:19, 30; 14:5-11), él
mostró plenamente el amor de Dios (Jn. 1:18; 15:9-13), predicando el
evangelio del reino, sanando enfermedades y liberando a los oprimidos por el Diablo
(Mr. 1:14; 4:23; 9:35; Lc. 8:1; 9:6; Hch. 10:38) con el fin de que las
personas sean salvas y conozcan la verdad de Dios. Como Señor ascendido,
creemos que Él ahora sigue haciendo estas mismas cosas a través Su Cuerpo. En
otras palabras, cada hijo de Dios está llamado a cumplir una función dentro del
Cuerpo y a unirse estrechamente con Cristo Jesús y con los otros hermanos (Mt. 18:19-20;
Jn. 14:18-23; 15:1-8), de modo de formar una unidad que represente a Dios en la tierra,
predicando el Evangelio del reino de Dios (Mt. 24:14-15; Mr. 13:10;
Hch. 28:30) y haciendo las obras que hizo Jesús en la tierra y aún mayores (Jn. 14:10-12),
con el fin de que
las personas sean salvas y conozcan la verdad de Dios (1 Ti. 2:3-4).
LA BATALLA ESPIRITUAL:
- · Luego
de la caída de Adán, el Diablo adquirió gobierno
sobre el mundo y ejerce gran influencia sobre éste, por lo cual es llamado “el
dios de esta era” y “el príncipe de este mundo” (2 Co. 4:4; Mt. 4:8-9; Jn. 12:31; 14:30; 16:11; Ef. 2:2; 6:12; 1 Jn. 5:19).
- Actualmente el
Adversario, junto con otros seres espirituales caídos están constantemente
actuando en oposición a los planes de Dios, haciendo el mal, mintiendo,
enfermando y asesinando a las personas, física, mental y espiritualmente (Gn. 3:1-5; Jn. 8:44; 2
Co. 4:4; Mt. 12:43; Mr. 9:25; Mt. 9:33; 15:22; Ef. 2:2; 1 Co. 7:5; 1 Pe. 5:8)[46]. Pero su principal
objetivo es que las personas no conozcan a Dios y no conozcan el evangelio de
Dios (2 Co.
4:4; Jn. 12:40).
- Con el fin de alejar a las
personas de Dios, Satanás utiliza múltiples artimañas engañosas (2 Co. 2:11; 11:3), él
se disfraza como ángel de Dios y sus súbditos se hacen pasar por ministros y
mensajeros de justicia (2 Co. 11:13-14; Jn. 13:2).
- La armadura por excelencia con la que Dios equipa al ser humano para
resistir y combatir al Diablo y sus huestes espirituales de maldad se obtiene
fundamentalmente mediante la creencia, la confianza y la obediencia a Dios (basada en
el conocimiento y entendimiento de Su
Palabra, Sus promesas, Su poder, y la autoridad de Jesucristo), junto con la perseverancia en la oración y la comunión
con otros miembros del Cuerpo de Cristo (Ef.
4:13-14; 6:10-18; Stg. 4:7-8; 1 P. 5:8-9).
- Los cristianos han
sido investidos con poder de Dios (Hch. 1:8; 4:33; 6:8;
8:6-13; 1 Co. 2:4, 5; 4:20) y tienen la
responsabilidad de luchar (conforme a sus posibilidades) contra las huestes
espirituales de maldad para ayudar a otras personas a conocer a Dios y ser
rescatadas del poder del Diablo (2 Ti. 2:24-26; Ef. 6:10-19; 2 Co. 5:18-19; Hch.
13:10-11; 2 Co. 10:11).
Lo que hemos presentado es
lo que consideramos el mensaje central de las Escrituras, lo cual constituye,
como hemos dicho, el Evangelio del Reino de Dios.
EL EVANGELIO DEL REINO DE DIOS testifica la salvación que Dios ha logrado para la humanidad por
medio de la vida, muerte y resurrección de Jesús. El evangelio es lo que nos revela el amor de Dios por la
humanidad.
Creemos que el
evangelio del Reino de Dios es el tema central de la Biblia, es el acceso al
poder de Dios, es lo que da origen a la fe salvadora y es el fundamento de una
iglesia unida. Por lo tanto, consideramos que el Evangelio del Reino de Dios es
el PRINCIPIO DOCTRINAL CONTINUO a considerar, creer y predicar.
Cada enseñanza de las
Escrituras procede del Evangelio y, a su vez, cada enseñanza de las Escrituras
nos da a entender algo sobre el Evangelio.
NOTAS:
[1] Los hombres que
escribieron aquello que Dios inspiró escribieron en el lenguaje que utilizaban
en la época que Dios les mandó a escribir, las lenguas antiguas sobre las
cuales fue originalmente escrita la Biblia son el hebreo y el griego, quizá
algunas partes fueron originalmente escritas en sirio-caldeo y arameo. Creemos
que originalmente la Biblia contenía 49 libros: 22 en Hebreo (llamados
comúnmente “Antiguo Testamento”) y 27 en Griego (llamados comúnmente “Nuevo
Testamento”); varios de éstos libros han sido posteriormente divididos,
formando los actuales 66 libros de la Biblia protestante, a saber: Génesis;
Éxodo; Levítico; Números; Deuteronomio; Josué; Jueces; Rut; 1 y 2 de Samuel; 1
y 2 de Reyes; 1 y 2 de Crónicas; Esdras; Nehemías; Ester; Job; Salmos;
Proverbios; Eclesiastés; Cantares; Isaías; Jeremías; Lamentaciones; Ezequiel;
Daniel; Oseas; Joel; Amós; Abdías; Jonás; Miqueas; Nahúm; Habacuc; Sofonías;
Hageo; Zacarías; Malaquías; Mateo; Marcos; Lucas; Juan; Hechos; Romanos; 1 y 2
a los Corintios; Gálatas; Efesios; Filipenses; Colosenses; 1 y 2 a los
Tesalonicenses; 1 y 2 a Timoteo; Tito; Filemón; Hebreos; Santiago; 1 y 2 de
Pedro; 1, 2 y 3 de Juan; Judas y Apocalipsis. Algunas religiones y
denominaciones consideran que existen otros libros que deben ser incluidos
dentro del marco de la “Biblia”, pero nosotros no creemos que esos hayan sido
inspirados por Dios y no consideramos que ningún otro escrito fuera de éstos
deba ser considerado como parte de las Sagradas Escrituras o “la Biblia”.
[2] Creemos que las
contradicciones y errores que se le atribuyen a la Biblia se deben a una falla
humana, ya sea en una antigua copia, en la traducción a otros idiomas, o en el
entendimiento de quien está leyendo. De aquí se desprende el hecho de que es
necesario no sólo leer la Biblia, sino también estudiarla y considerarla
atentamente, con oración a Dios, para recibir su mensaje.
Nosotros creemos que Dios, como Autor de la
Biblia y Creador de la mente humana, ha transmitido Sus Escrituras de modo
comprensible para el ser humano. Algunos enseñan que las Escrituras de Dios
tienen un mensaje “espiritual” y “figurado” que es muy difícil de comprender.
Pero si Dios inspiró Su palabra para que la humanidad lo conozca, entonces Sus
palabras tienen que haber sido expresadas en términos que puedan ser entendidos
por cualquier ser humano y Su Palabra debe poder leerse y estudiarse utilizando
los mismos procedimientos que para otros textos humanos. Si toda la Biblia está
escrita en forma figurada, entonces cualquiera podría interpretarla del modo
que le parezca y decir que Dios “le reveló” el verdadero sentido del texto. De
esta forma se han generado muchas divisiones entre cristianos y se ha generado
un sinfín de doctrinas erróneas. Creemos que las Escrituras deben leerse como
un relato histórico y literal siempre que sea posible y que todo mensaje
“figurativo” debe estudiarse conforme a la forma de expresarse de las personas
en la época que fue escrita. Como Dios es perfecto, Su revelación escrita no
puede contener contradicciones, así que la interpretación correcta de un pasaje
no puede jamás contradecir a otros textos de las Escrituras y ni mucho menos
puede ir contra el mensaje general del Evangelio de Dios.
[3] Creemos que las
Escrituras, cuando son correctamente interpretadas, constituyen lo que Dios
desea que creamos y practiquemos, por lo cual, en lo que se refiere a la
relación espiritual con Dios, nadie debería ponerse bajo la autoridad de
ninguna persona o institución que lo lleve a creer o practicar algo distinto
que lo claramente enseñado por la Biblia (cuando es correctamente interpretada
y entendida).
Creemos que la comprensión
de la Biblia no sólo depende de leerla, estudiarla y considerarla, Dios debe
dar la sabiduría para comprenderla, y esto lo hace cuando le oramos con una
actitud humilde y de verdadero interés por conocerle (Pr. 2:1-7; 1 P. 5:5-6;
Sal. 119:27, 34; Job 34:32), también reconocemos que Dios muchas veces da
entendimiento a través de personas que Él capacita para tal fin (Ro. 12:6-8; 1
Co. 12:28-29; Ef. 4:11-12).
Dios ha dado dones y
talentos a diferentes personas con el fin de que éstas capaciten a otros en el
sano entendimiento de las Escrituras y las ayuden a alcanzar madurez en el andar
espiritual (1 Co. 12:28-29; Ef. 4:11-13), sin embargo, éstos no deberían
intentar manejar o controlar las conciencias y las acciones de las otras
personas, sino sólo servir como guías de los indoctos. Nadie, por más que sea
profundo conocedor de las Escrituras y esté sirviendo como líder en una
congregación, debería promocionarse a sí mismo, o ser promocionado, como
poseedor de toda la verdad y todo el conocimiento de las Escrituras (1 Co.
13:9).
[4] La palabra “evangelio”
proviene de la palabra griega
euaggelion, que significa “buena noticia,
buena nueva, novedad agradable”.
[5] Al leer la Biblia, algunos
piensan que hay varios evangelios, ya que se habla del “evangelio del reino”
(Mt. 4:23); “el evangelio de Jesucristo” (Mr. 1:1); “el evangelio de Jesús” (Hch.
17:18); “el evangelio de Dios” (Ro. 1:1); “mi evangelio” (Ro. 2:16); “el
evangelio de Cristo” (Ro. 15:19); “el evangelio de la incircuncisión” (Gá.
2:7); “evangelio de la paz” (Ef. 6:15); entre otros. Sin embargo, Pablo enseñó
que sólo existe un evangelio (Gá. 1:6-9), por lo tanto, lo que vemos en las
Escrituras no son diferentes evangelios, sino diversas formas de llamar a un
mismo evangelio, las cuales se usan para enfatizar algún aspecto en particular
de éste. Los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan son comúnmente llamados “los
cuatro evangelios”, pero, más correctamente debieran ser llamados “los cuatro
relatos de la vida de Jesús en la tierra” o “los cuatro relatos de la
predicación del evangelio hecha por Jesús”.
[6] Al decir “fe para
salvación” nos referimos a una clase de fe que permite a una persona recibir de
parte de Dios todo aquello que la completará y sanará. Entre otras cosas, la fe
en el Evangelio de Dios produce sabiduría (Sal. 119:97-103; 129-130; 2 Ti.
3:15);
da alegría y gozo (Jer. 15:16),
sana y libera (Pr. 3:21-22; 4:20-22; Sal. 107:20); provee de paz, firmeza y
seguridad (Pr. 3:21-26); produce fruto (Mt. 13:23; Gá. 5:22-23; Col 1:3-6);
provee a una persona con todo lo necesario para toda buena obra (2 Ti.
3:16-17).
[7]Al decir “Dios” nos referimos al Ser Supremo,
Aquél que tiene poder por sobre todo otro ser existente y, por lo tanto, merece
el respeto, gloria y adoración del resto de los seres existentes. Él se dio a
conocer al pueblo de Israel con un nombre, que directamente transliterado desde
el hebreo se leería: YHWH (o
YHVH),
al cual se le agregan las vocales que corresponden a la pronunciación. A
nuestro mejor entender, esta pronunciación es
Yahweh o
Yahvéh,
aunque reconocemos que algunos antiguos manuscritos hebreos y arameos sugieren
otras posibles pronunciaciones como “YeHWaH”, “YHoWHa”, “YeHoWaH”, “YHWiH”,
“YeHWiH”, “YeHoWiH”, o “YaHWaH”, de ahí que diferentes versiones de la Biblia
tengan distintos nombres para Dios. No creemos que la correcta pronunciación de
Su nombre realmente interfiera en la relación con Él, por lo que, aunque
tratamos de ser precisos, no nos preocupa demasiado cómo era la pronunciación
correcta como para armar demasiado debate al respecto. Algunos judíos, maestros
de la ley, malentendieron el mandamiento que Dios dio a Israel de no tomar el
nombre de Dios en vano (Éx. 20:7) y, en un exceso de “prudencia” decidieron
jamás mencionar el nombre de Dios, cambiando el hombre YHWH por la palabra
hebrea
Adonai (“Señor”) o
Elohim (“Dios”). En la antigua traducción
al griego que se hizo del texto hebreo (Septuaginta) se ha cambiado también el
nombre de Dios por la palabra
kurios:
“Señor”, es por eso que varias versiones de la Biblia, basando sus traducciones
en este texto, tienen la palabra “Señor” en lugar del nombre YHWH. Lo
importante de todo esto es que el nombre
Yahweh significa, literalmente
“El que llegará a ser”, o “el que será”. Cuando Dios reveló Su nombre a Moisés,
él le dijo a Moisés: “…YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de
Israel: YO SOY me envió a vosotros…” (Éx. 3:13-14) Mejor traducido, el pasaje
debiera leerse como “Yo seré el que sea” o “Yo llegaré a ser el que llegue a
ser”. En su sentido idiomático, da la idea de: “Yo seré Quien desee ser” o “Yo
seré Quien sea necesario que sea”. Por lo tanto, entendemos que Dios no reveló
Su nombre como una forma estricta de pronunciación para invocarlo, sino como
una forma de dar a entender al ser humano de que Él puede ser todo lo que el
ser humano necesita que sea: Creador, Salvador, Sanador, Protector, Dador de
bienes, etc.
[8] A diferencia de otros
cristianos, no creemos que Dios sea un Dios “tres en uno”, siendo al mismo
tiempo “Padre”, “Hijo” y “Espíritu Santo”. Creemos que “el Espíritu Santo” es
un título para Dios y que Jesús, es Hijo de Dios y no “Dios hecho carne”.
[9] En la Biblia la palabra
“Espíritu” es la traducción de la palabra hebrea
ruaj y la palabra
griega
pneuma, que significan “fuerza invisible” o “aire en movimiento”.
Al decir que Dios es Espíritu, se refiere a que Él es un ser poderoso e
invisible y no tiene un cuerpo físico, de carne.
[10] Creemos que Él es el Rey
supremo del Universo, aunque ahora mismo no está ejerciendo en plenitud Su
reinado sobre la Tierra, porque ha delegado al ser humano la autoridad sobre
ésta hasta que establezca Su gobierno sobre la Tierra y haga que todo se sujete
a Él (1 Co. 15:28). Aun así, aunque en la actualidad los hombres y de los
espíritus tienen autoridad de decidir y actuar según su libre albedrío, este
libre albedrío tiene límites establecido por Dios, que nadie puede transgredir
sin recibir consecuencias, lo cual indica la presencia activa y vigente de Su
poder soberano.
[11] Al decir que “Dios es
amor”, creemos que se refiere a que Dios, es en esencia un Dios amoroso y de Él
no pueden proceder actos carentes de amor. Decimos que es “perfecto amor”,
porque Su manera de amar y actuar no son conforme a estándares humanos, Él es
quien posee el verdadero amor. Las Escrituras nos revelan parte de la
naturaleza de este amor, el cual comprende tanto Su obra de perfeccionamiento
para con los que le buscan y aman como Su ira y destrucción sobre el que hace
maldad y se rehúsa a creerle y aceptar Su salvación (Ro. 1:18), por eso, incluso
sus juicios y condenas son hechas con amor y de Su amor parten todos Sus
atributos, como la gracia, la misericordia y el perdón (Éx. 34:6,7; Sal. 86:15;
2 Co. 13:11; Ef. 2:4).
[12] Algunos o
tros nombres y títulos dados al
Enemigo de Dios son “Acusador de los hermanos” (Ap. 12:10); “Adversario” (1 Pe.
5:8, aquí la palabra griega significa “oponente legal,” “acusador”);
“Destructor” (1 Co. 10:10, hebreo “Apolión” en Ap. 9:11); “Beelzebú” y
“príncipe de los demonios” (Mt. 12:24; Lc. 11:15; Mr. 3:22); “Belial” (2 Co.
6:15); “Engañador” (Ap. 12:9; 20:3); “el Maligno” (1 Jn. 5:19); “el dios de
este mundo” (1 Co. 4:4); “homicida,” “mentiroso” y “padre de mentira” (Jn.
8:44); “Príncipe de este mundo” (Jn. 12:31; 14:30; 16:11); “príncipe de la
potestad del aire” (Ef. 2:2); “el tentador” (Mt. 4:3; 1 Ts. 3:5).
[13]Nosotros no creemos en la “doctrina de la
predestinación”, la cual propone que todo lo que sucede en la creación ya fue
“escrito” por Dios y nada puede ser cambiado, por lo cual todos los seres
creados son tan sólo actores de una “película” ya escrita por Dios. Esta
doctrina no es compatible con la enseñanza bíblica del libre albedrío, porque
si nuestras vidas ya están escritas, entonces nuestras decisiones no serían
verdaderas decisiones.
[14] La palabra “pecado”, en la Biblia, es la
traducción de la palabra griega hamartia, que primariamente significa
“fallar a la marca”, y denota todo aquello que no está perfectamente de acuerdo
con la voluntad de Dios.
[15] La palabra “salvación” es la traducción de la
palabra griega sötëria, que según el contexto puede significar:
“salvación, liberación, restauración, posición en la que se está preservado del
daño o pérdida”. La palabra “salvación”, entonces, nos transmite el sentido de
ser restaurados, liberados del mal y serpuestos en un lugar seguro, a salvo
cualquier daño. En las Escrituras, la palabra “salvación” debe entenderse según
la situación enunciada en el contexto. Aquí, cuando hablamos de la “salvación
del ser humano”, nos referimos a la restauración final del ser humano, la cual
sucederá en el futuro, momento en que Dios restaurará a las personas que han
creído, haciéndolas completas, sanas y poniéndolas a resguardo de toda clase de
mal en una nueva Tierra y nuevo cielo, donde mora la justicia (Ap. 21:1-6; 2
Pe. 3:13).
[16]Tanto la palabra “Mesías” como “Cristo”
significan “Ungido”, la primera deriva del hebreo y la segunda del griego. Antiguamente
se ungía a las personas especiales con aceite, esto se lo hacía cuando la
persona estaba designada para una función especial. Era frecuente ungir a
sacerdotes (Éx. 29:7; Lv. 8:12) y reyes (1 S. 10:1; 15:17; 1 R. 1:45).
[17]El nombre “Jesús” es una transliteración del
nombre griego “Iesous”, esta es la forma en que él es nombrado en los escritos
griegos de la Biblia. Sin embargo, como él era de familia judía, su nombre
original fue un nombre hebreo. Según lo que han investigado los eruditos, su
nombre original muy probablemente era Yehoshua,
o su forma abreviada Yeshua, ambos
nombres significan “YHWH es salvación” o “El que salva”, y son el mismo nombre
que normalmente se traduce “Josué” en la mayoría de las versiones de la Biblia
al español. Aunque el nombre “Yeshua” sería más exacto, optamos aquí por
llamarlo “Jesús” por ser el nombre con el que es conocido por la mayoría de las
personas de habla hispana y no creemos que la variación en la pronunciación de
su nombre pueda en alguna forma alterar la relación con Él.
[18] Algunos cristianos creen
y enseñan que Jesús estuvo vivo en forma espiritual antes de nacer. Nosotros c
reemos que el nacimiento en el
vientre de María fue el origen de Jesús y que él, aunque estaba en los planes
de Dios, no existía antes de que Dios hiciera concebir a María.
[19]Antiguamente Dios había dispuesto que Su pueblo
debía ofrecer sacrificios de animales para perdón de los pecados (Éx. 12; Lv.
4). Jesús es llamado “el cordero de Dios”, porque es un sacrificio ofrecido por
Dios mismo, como pago definitivo por los pecados de la humanidad (Jn. 1:21; He.
9:11-14).
[20]Las Escrituras nos dicen que el ser humano, por
estar corrompido a causa de la caída de Adán y Eva, nace con una mentalidad
corrompida, de la cual surgen deseos de pecar (Ro. 5:12; 7:14-23; Gá. 5:17).
Adán no tenía esta mentalidad corrompida, por lo cual creemos que tampoco la
tuvo Jesús, él podía ser tentado desde su exterior, pero no desde su interior,
como nosotros.
[21] A diferencia de lo que
creen muchos cristianos, nosotros
no creemos que Jesús es “Dios hecho carne”, ni tampoco la encarnación
de un ángel o espíritu, sino que fue un ser humano de carne concebido en el
vientre de María por obra de Dios.
[22] Por medio de sus palabras
y acciones podemos comprender más acabadamente el amor de Dios, Quien desea dar
vida, sanidad, liberación, misericordia, y justicia a la humanidad; y también,
por medio de Jesús, podemos ver con más claridad que la muerte, la enfermedad,
la tentación y todos los males de la creación provienen del Adversario, el Diablo
y sus malignos seguidores, a quien Jesucristo puso en evidencia públicamente, y
a quién también venció (Jn. 10:10; Col. 2:15).
[23]La palabra “diestra” es una expresión que se
usa para expresar “la mano de bendición”. Por eso, al decir que Jesús está “a
la diestra” de Dios, no significa que él esté sentado e inactivo a la derecha
del trono de Dios, lo que se quiere dar a entender es que Jesús está en la
posición de máxima bendición de Dios, siendo el segundo después de Dios.
[24]La Biblia refiere al conjunto total de
cristianos como un “Cuerpo” (1 Co. 12:12), lo cual es una forma figurada de dar
a entender que la voluntad de Dios es que Sus hijos se unan y trabajen juntos,
en una relación de interdependencia que recibe sus órdenes de Jesucristo, que
es la “cabeza” de este Cuerpo” (Ro. 12:4-8).
[25] Aunque hoy en día se
llama “iglesia” a un edificio en donde se reúnen un grupo de personas, con
fines religiosos, l
a palabra
“iglesia”, en la Biblia, significa otra cosa. En la Biblia, la palabra
“iglesia” es la traducción de la palabra griega ekklesia, que significa
“asamblea, congregación” y refiere a un grupo de personas reunidas con un
propósito en común. La Biblia llama “iglesia” al conjunto total de personas que
han hecho a Jesús Señor (los “hijos de Dios”), pero también llama “iglesia” a
un grupo de personas reunidas en un lugar determinado con el fin de adorar y
servir a Dios, o de edificar la relación con Él. Por lo tanto, nosotros
llamamos “Iglesia” (con inicial mayúscula) al conjunto total de creyentes cristianos,
y llamamos “iglesia” al grupo de creyentes que se reúne en un lugar
determinado.
[26]“Justificación” es la acción y efecto de ser
tratados como justos por Dios. En otras palabras, consiste en que Dios da a una
persona aquello que ésta merecería si fuera perfectamente justa. La ley de Dios
daba los requisitos para que una persona llegue a ser considerada “justa” (Ro.
2:13). El “pago” recibido por cumplir perfectamente la ley de Dios es la vida
perpetua en Su futuro reino (Pr. 2:21; Is. 65:9; Ro. 2:6-7). Sin embargo, nadie
podía cumplir todos los requisitos de Dios para ser “justo” (Ro. 3:19-20) y,
por eso, todos son merecedores de muerte (Ro. 6:23). Por medio de Jesús, Dios
ha logrado que las personas puedan recibir la vida perpetua en la era futura
sin tener que cumplir toda la ley, sino sólo creyendo en Jesús como Señor (Ro.
3:21-26; 4:25). Entonces, la “justificación por fe” consiste en recibir por fe
algo que sólo se podría haber obtenido con el perfecto cumplimiento de la ley.
No es que Dios nos “convierte” en justos, sino que, por el sacrificio de
Cristo, somos “tratados como justos”.
[28]La palabra “fe” puede resultar confusa si no se
comprende adecuadamente. La primera acepción de “fe” en un diccionario popular
es: “Creencia en algo sin necesidad de que haya sido confirmado por la
experiencia o la razón, o demostrado por la ciencia…” (Diccionario Espasa
Calpe, S.A.). Esta definición no representa adecuadamente el antiguo sentido de
la palabra “fe”. Además, por la mezcla entre el cristianismo y las creencias
místicas orientales, muchas personas piensan en la “fe” como un poder de la
mente, capaz de producir resultados por sí misma, esto está lejos de lo que la
Biblia llama “fe”. La palabra “fe”, en la Biblia, es la traducción de la
palabra griega pistis, que significa primordialmente: “confianza, firme
persuasión, convicción, seguridad, creencia, fidelidad”. La fe consiste en una
convicción, confianza o persuasión en determinada información, que ejerce
influencia en el curso de acción de una persona, no se trata de un mero
ejercicio mental, sino de una convicción que impulsa determinadas acciones. En
la Biblia, la fe no es presentada como “control mental” o un ejercicio del
intelecto, sino como la convicción y seguridad de que Dios es sabio, fiel y
obra para bien de los que le buscan (He. 11:6). Dicha convicción, al ser
fortalecida, impulsa al creyente a la obediencia y fidelidad a Dios (Stg.
2:14-26).
[29]La “ira de Dios” es un evento futuro en el que
Dios dará el castigo merecido a todos aquellos que hacen el mal (Ro. 1:18; 2:5;
Ef. 5:6; Ap. 14:10; 15:1, 7; 16:1, 9).
[30] A diferencia de otros cristianos,
n
osotros no creemos que todos
los seres humanos sean “hijos de Dios”, sino que sólo aquellos que han hecho a
Jesús Señor pasan a ser “hijos de Dios”, porque en ese momento Dios pone de Su
naturaleza espiritual en ellos. Como hijos de Dios, todos los creyentes
cristianos son “hermanos” espirituales.
[31]Lo que la mayoría de las versiones de la Biblia
traducen como: “vida eterna” debería, más adecuadamente, traducirse como “vida
de la era”. La palabra que se traduce “eterna” es aionios. Aionios
es una palabra derivada de aion, que significa “era, época”. Aionios,
significa “relativo o perteneciente a la era”. Cuando la Biblia habla de “vida aionios”
se refiere a la vida que Dios dará para vivir en la era futura. Aquella vida
será perpetua, pero no la vida actual, porque la vida actual del ser humano
está viciada con pecado y está destinada a morir (Ro. 7:24; 1 Co. 15:50).
[32] Es difícil poder
comprender (y aún más explicar) lo que implica la identificación con Cristo en
su muerte, resurrección y ascensión. El mismo apóstol Pablo dijo que él se
esforzaba por conocer más acabadamente el poder de su resurrección (Fil.
3:7-14). Brevemente podemos decir, según nuestro mejor entendimiento, que
cuando Cristo ofreció voluntariamente su vida en sacrificio, muriendo como el
peor de los pecadores, proveyó a Dios de una forma legal y justa de dar a todos
los que creen en Jesús lo mismo que dio a Jesús. Es así que Dios considera al
creyente como “muerto” en su parte carnal y “resucitado” y “ascendido” en
cuanto a la nueva naturaleza espiritual. La nueva creación que Dios hace en una
persona cuando cree le da a esa persona la seguridad de que va a vivir
perpetuamente en la era futura y le permite vivir parte de esa vida en el
tiempo presente, en la medida en que actúa en obediencia a Dios.
[33]Sabemos que hay cristianos que enseñan que la
salvación debe “mantenerse” por medio de buenas obras, o por medio de la
obediencia a Dios y que si una persona peca mucho luego de ser salva, perderá
la salvación y no podrá vivir perpetuamente en la era futura. Creemos que esta
doctrina parte de la mala interpretación de algunos versículos bíblicos, sin
embargo, el mensaje global de las Escrituras nos muestran que la salvación del
cristiano está sellada y no hay vuelta atrás. Es un regalo de Dios, que es dado
gratuitamente. No hay escrituras que digan que un creyente puede dejar de ser
hijo de Dios, ni que puede ser “desmembrado” del Cuerpo de Cristo, o pasar de
“vida a muerte”.
[34] La palabra “ocuparse” en
Filipenses 2
:12, es la palabra
griega katergazomai, que significa
primariamente “producir, trabajar para llevar a cabo algo". Este versículo
nos estaría indicando que aunque tenemos asegurada la vida en la era futura,
debemos andar en fe y obediencia a Dios para que nuestras vidas presentes reflejen
la gloria de Dios y produzcan fruto. Por eso es que creemos que la certidumbre
de la salvación futura no debe ser considerada como una licencia para el
pecado, porque el pecado actual produce consecuencias negativas y,
eventualmente, una muerte prematura, mientras que el andar conforme a la
voluntad de Dios produce fruto espiritual y da al creyente la posibilidad de
vivir con mayor plenitud esta vida presente.
[35]La
palabra que se traduce “arrepentíos” en versiones de la Biblia como la
Reina Valera, es en griego metanoeö, que significa “cambiar de
mentalidad”. En estos versículos, implica cambiar la mentalidad en cuanto a qué
o quién es la prioridad en la vida. El cambio de mentalidad requerido para la
salvación consiste en poner a Dios y a Cristo primeros en la vida, buscando la
gloria de Dios por encima de la gloria humana, el dinero, el placer, u
cualquier otra cosa.
[36]La palabra “bautismo” (en griego baptisma)
es la acción y efecto de bautizar. La palabra “bautizar” proviene del verbo
griego baptizö, que primariamente significa “sumergir” y de allí deriva
también el sentido de “lavar”. Por eso, la palabra “bautismo” puede también
traducirse como “inmersión” o como “lavamiento”.
[37] Cuando leemos en las
traducciones de la Biblia al español que se habla de ser bautizados “en el
nombre de Jesús” (como en
Hch.
8:16 y 19:15), la palabra traducida “en” es en griego eis, que significa primariamente “hacia”. En 1 Co. 10:12 se usa la
misma palabra en referencia a Moisés, diciendo que los del pueblo de Israel
fueron bautizados “en [griego eis] Moisés”.
En el relato de 1 Co. 10 queda claro que lo que se llama “ser bautizados en
Moisés” se refiere a que el pueblo siguió a Moisés y por ello fue salvo de los
Egipcios. Del mismo modo, entendemos que ser bautizados “en Jesús” significa ir
“hacia” Él, o sea, comenzar a seguirlo para ser librados de la esclavitud del
pecado y poder vivir en la Tierra prometida que Dios establecerá en el futuro.
[38] Creemos que el bautismo
en agua no es requisito para la salvación de una persona. La Biblia declara que
sólo fue simbólico del lavamiento del pecado que Cristo haría disponible con su
muerte y resurrección (
Mt.
3:11; Mr. 1:7-8; Lc. 3:16; Hch. 1:5; 11:16; 18:8; 19:1-4). Si alguien,
por motivo de conciencia, desea bautizarse con agua, no creemos que esto sea
perjudicial, pero tampoco creemos que haga una diferencia en cuanto a la
relación con Dios.
[39] La palabra “cristiano” se usa, hoy en día, para
designar a cualquier persona que profese creer en Cristo, sin embargo, muchos
que dicen creer en Cristo, en realidad no lo han hecho a Él el Señor de sus
vidas y no lo han aceptado de corazón como el Salvador de sus vidas. Nosotros,
al usar la palabra “cristiano” en esta declaración, la utilizamos según su
sentido bíblico. En la Biblia, la palabra “cristiano” se usa para designar a un
seguidor de Cristo, alguien que le ha aceptado como Señor y Salvador e intenta
vivir conforme a Su Señorío (Hch. 11:26).
[40] En la Biblia la palabra
“espíritu santo” son la traducción del griego
pneumahagion, y se usan
con referencia a Dios (como en Hch. 1:16 y 13:2) y también con respecto al don
dado por Dios (Lc. 11:13; Jn. 20:22; Hch. 8:15-17). Para diferenciar un uso del
otro, nosotros utilizamos iniciales mayúsculas (“Espíritu Santo”) cuando nos
referimos a Dios, y sólo letras minúsculas (“espíritu santo”), cuando nos
referimos al don de Dios. Creemos que el don de espíritu santo es algo que Dios
pone en cada creyente cristiano en el momento que acepta a Jesús como Señor y
que no tiene vida propia, sino que funciona como una conexión con Dios y con
Jesucristo, por medio de la cual un creyente accede al poder de Dios y por
medio del cual Dios actúa dentro del creyente. El don de espíritu santo es
referido en la Biblia también como “poder desde lo alto” (Lc. 24:49) “espíritu
de Cristo” (Ro. 8:9); “espíritu de Dios” (1 Co. 7:40; 12:3); “don celestial”
(He. 6:4),
[41]La palabra “santo” es en griego la palabra hagios,
que significa “apartado, separado, consagrado, especial”. La Biblia llama
“santo” a Dios, porque Él es un Ser especial, y separado del resto (2 R. 19:22;
Is. 10:20; Ez. 39:7). Se llama “santos” a todos los que han aceptado a Jesús
como Señor, porque ellos fueron separados por Dios para vivir perpetuamente
(Co. 1:22; Ro. 1:7; 1 Co. 1:2; Ef. 4:12; 5:3). Por otro lado, se llama
“santificación” al proceso por el cual un creyente va desarrollando las
características del “santo”, o sea, las características de Dios mismo. La
“santidad” es el estado del santo. Espiritualmente el creyente es hecho santo
por Dios, pero en la práctica, el cristiano debe desarrollar un andar en
santidad, debe limpiar y rectificar Su conducta y aprender a amar como Dios ama
(Col. 3:12; Ef. 5:1).
[42] El asunto de “fe” y
“obras” suele ser un punto de extravío entre cristianos, generando dos extremos
doctrinales: (1) por un lado, están quienes creen que la salvación se puede
perder a causa de “malas obras” y también aquellos que enseñan que las “buenas obras”
son las que producen la trasformación y santificación; (2) por otro lado están
quienes, habiendo entendido que la salvación es sólo por fe, utilizan esto como
excusa para el pecado y un andar liviano o sin demasiada responsabilidad.
Nosotros creemos que las Escrituras nos muestran que la salvación y
santificación son por fe, pero cuando se producen, conducen al cristiano a
limpiar su vida de malas obras y a servir fielmente a Dios, por lo tanto,
aunque las buenas obras no necesariamente son muestra de una fe correcta, la fe
correcta se evidencia por medio de las buenas obras.
[43] La “oración” consiste
básicamente en dirigir palabras a Dios. Cuando una persona decide hacer a Jesús
su Señor, pasa a ser un hijo de Dios, como tal, puede hablarle a Dios como un
Padre amoroso que desea ayudarlo, sanarlo, bendecirlo y limpiarlo de toda
maldad. Entonces, la oración consiste en hablar con Dios, ya sea para contarle
alegrías o tristezas, para pedirle sanidad, protección o ayuda en cualquier
área de nuestras vidas, o para agradecerle y alabarle. La oración puede ser
hecha en privado o en público, puede ser individual o conjunta, la condición
para que éstas sean aceptables a Dios es que se hagan de corazón, con palabras
sinceras y significativas (Sal. 17:1). Hay ejemplos de oración por toda la
Biblia, el libro de la Biblia que más oraciones registra es el de Salmos.
[44] Algunas personas suelen
confundir el “fruto espiritual” con las “manifestaciones espirituales”. Lo que
se suele llamar “manifestaciones del espíritu” son el poder de Dios evidenciado
en el mundo natural (1 Co. 12:7-10), mientras que el “fruto del espíritu” son
un cambio de carácter que se obtiene como resultado de andar en obediencia por
fe a Dios. El Diablo y sus ángeles pueden falsificar el poder de Dios y hacer
sanidades, milagros y otras manifestaciones sobrenaturales a través de falsos
ministros de Dios (2 Co. 11:14), sin embargo, ningún versículo de la Escritura
indica que el Diablo pueda falsificar el fruto del espíritu. Por eso, es
importante estar atentos a aquellos que dicen servir a Dios y evaluarlos
conforme al fruto que producen y no conforme al poder que manifiestan. Por
esto, creemos que ni las manifestaciones de poder, ni las “buenas obras” en sí
mismas, deben considerarse “pruebas” de un andar conforme a la voluntad de
Dios.
[45] El amor es la
característica esencial de Dios (1 Jn. 4:8, 16) y debe entenderse conforme a lo
que la Biblia enseña acerca del amor y no conforme al entendimiento humano
general. En la Biblia hay cuatro palabras griegas que hacen referencia al
“amor”. De estas cuatro, la que se usa para describir el amor de Dios es
agapë,
que consiste en comprender e imitar el carácter de Dios, buscando el bien del
otro en toda circunstancia y cumpliendo la voluntad de Dios, más allá de los
sentimientos que se tengan (Mt. 5:43-48; Jn. 15:10; 1 Jn. 5:3; Ro. 13:9; 1 Jn.
4:7-21). Este amor de Dios requiere altruismo, servicio y entrega (Jn. 15:13),
e incluso lleva a una persona a hacer cosas que no desearía hacer para poder
llevar salvación o edificación a otros (Jn. 21:15-18; Ro. 12:20-21). Mediante
el amor, una persona expresa su fe (Gá. 5:6) y es la más importante
característica que una persona puede desarrollar (1 Co. 13:13)
. Cuando
es correctamente entendido y aplicado, el amor da provecho y edificación a las
personas y les permite acceder a un mejor conocimiento de Dios y un mayor
aprovechamiento de Su gracia (1 Co. 13:1-3; 2 Co. 2:8-11; 8:7-9; 13:11; Gá.
5:6; Ef. 1:15-23; 3:14-21; 4:15-16; Fil. 1:9-11; Col. 2:2; 3:14).
[46]Algunos cristianos creen que el Diablo debe
pedir permiso a Dios para hacer el mal, o incluso que él y los otros espíritus
malignos son dirigidos por Dios, esto se basa, principalmente, en
malinterpretar algunas escrituras como Job 1:6-12, sin embargo, las Escrituras
nos muestran que el Diablo es un enemigo de Dios (Mt. 13:39; Lc. 10:19; Hch.
13:10) que se opone a Sus planes, y por eso será destruido en el futuro (Ap.
20:10).